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CARISMA

 

Piedras desde su nacimiento fue una experiencia fraterna donde la compasión se volvió atmósfera que debe ser sostenida con paciencia, con silencios, con mucha ternura, porque la levadura de una comunidad es la ternura de Dios manifestada en el hermano. Quien no logre darle espacio a la ternura en su vida, ternura expresada en querer acoger al que es diferente, no logra perseverar, termina ahogado, porque “el aire, la atmósfera” le ahoga.

 

Estos primeros tiempos de la “vuelta a casa”, al corazón vivo de la Iglesia que es una parroquia, trajo consigo el comenzar a descubrir uno de los rostros de nuestro carisma particular: la compasión en la intercesión.

El carisma de una comunidad se encuentra unido de manera especial a aquel a quien fue confiada la custodia de una parroquia. En nuestro caso unido a San Miguel Arcángel. Tuvimos que agudizar nuestro discernimiento para poder comprender el modo como carismas de liberación estaban siendo derramados, ofrecidos por pura gracia de Dios. Surgían ministerios no solo a nivel parroquial. Lo que acontecía en San Miguel “corría” en la zona. Aparecían los dolientes y lo que debía ser para nosotros una bendición, fue a la vez causa de grandes luchas internas.

SAN MIGUEL ARCÁNGEL

El carisma de una comunidad se encuentra unido de manera especial a aquel a quien fue confiada la custodia de una parroquia. En nuestro caso unido a San Miguel Arcángel. Tuvimos que agudizar nuestro discernimiento para poder comprender el modo como carismas de liberación estaban siendo derramados, ofrecidos por pura gracia de Dios. Surgían ministerios no solo a nivel parroquial. Lo que acontecía en San Miguel “corría” en la zona. Aparecían los dolientes y lo que debía ser para nosotros una bendición, fue a la vez causa de grandes luchas internas.

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